sábado, 28 de marzo de 2009

POLICIAS Y CRIMINALES MIDEN SUS FUERZAS

El Impulso

Inicia el fin de semana y el comisario Benítez se alista para encarar el desafío de cada fin de semana: combatir el crimen en la zona más violenta de Caracas en clara desventaja, pues su enemigo puede llegar a tener cinco veces más hombres que él y mejores recursos.
"Hay un estimado de 300 a 400 bandas aquí, cada una conformada mínimo por diez delincuentes, mientras que nosotros somos apenas 800 policías", cuenta el comisario, de 39 años.
Benítez dirige un escuadrón de la policía de Sucre, uno de los cinco distritos en que se divide la capital venezolana y el más poblado, con 1,7 millones de habitantes, que no escapa a la pugna política, pues desde hace tres meses es gobernado por un alcalde opositor, del que dependen estos agentes.
El núcleo de la localidad es Petare, la mayor barriada de Venezuela, país que el año pasado registró 14.000 homicidios, según la ONG Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), lo cual lo convierte en el segundo país más violento de la Latinoamérica después de Colombia.
Petare vivió hace un siglo el auge industrial, pero la desidia administrativa lo transformó en un foco de tráfico de drogas, violencia y pobreza.
A bordo de una camioneta, el comisario inicia el patrullaje de esta noche que avizora activa pues fue día de pago en muchas empresas y los robos se multiplican.
El operativo se pone en marcha cada fin de semana, cuando ocurre la mayor cantidad de asesinatos, asaltos y lesiones en riñas.
Esta vez se han dispuesto 100 efectivos en puntos fijos y para recorrer la zona en motocicletas y vehículos desde la parte baja -donde hay barrios acomodados-, hasta los cerros en los que se apiñan cientos de casas humildes.
Al desequilibrio entre el número policías y delincuentes deben añadirse los recursos con que cuentan unos y otros, observó Benítez, quien estimó que el distrito requiere unos 3.000 uniformados.
Según el oficial, las bandas tienen "pistolas nueve milímetros, subametralladoras, fusiles, escopetas y granadas", mientras los patrulleros sólo cargan con pistolas nueve milímetros, pues una dependencia militar le prohibió a la policía de Sucre el uso de armas largas.
"Es una venganza política porque aquí hay un alcalde que está contra el gobierno" del presidente socialista Hugo Chávez, afirmó un joven policía que requirió el anonimato.
No obstante, el comisario exhibe orgulloso sus progresos durante los tres meses de gestión del alcalde Carlos Ocariz, especialmente en el tema de homicidios, fruto especialmente de venganzas entre pandillas.
Según él, hasta noviembre en Sucre eran asesinadas de 18 a 30 personas en un fin de semana, y la cifra bajó a entre 5 y 6, mientras que las detenciones se quintuplicaron, pasando de 8 a 40 por semana.
Benítez sostiene que ello ha sido posible por una mejora en las condiciones del comando, que pasó de tener 17 motocicletas a 90, y cinco patrullas más para un total de 12, en tanto que los sueldos del personal casi se triplicaron.
"La motivación es mayor, aun cuando el trabajo es duro", dice.
El comisario reconoce, empero, un aumento del 15% en los robos, lo que se corrobora conforme avanza la noche cuando son detenidos dos hombres que acababan de robarle un teléfono celular a una universitaria.
El hermano de uno de los ladrones murió hace dos meses a manos de un comerciante al que asaltó, cuenta un agente.
Minutos después dos jóvenes de 15 años fueron arrestados cuando asaltaban un autobús con un arma de fuego.
"Esto apenas comienza", vaticina otro policía, mientras recuerda a su compañero asesinado hace dos semanas por hombres que intentaron robarle una motocicleta.

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