Marlani Sánchez
Twitter: @marlanisanchez
San Fernando de Apure
Vaya,
qué decir de esos días. Era diciembre y terminaba un año que defino con una
palabra pero que voy a utilizar la segunda que más se le acerca a esa por eso
de jamás mostrar mi vulnerabilidad (no publicamente pues): Aprendizaje. Que ya
es mucho decir. Pero mucho.
He
madurado, y aunque esto solo ocurre con el pasar de los años, estoy más joven
que nunca, y, además, en excelente forma física. Obsérvese como el egocentrismo
es algo que aún no he podido superar.
Me
descubrí apreciando con consciencia inusitada esos adornos muy antiguos de la
casa donde me criaron, que como las Casas Muertas de Miguel Otero Silva se han
negado a morir, no así con el especial ser que ahí los puso, y por tantos años
los cuidó. Ese par de lámparas quién sabe de qué año, esos muebles absolutamente
barrocos, ese cuadro de tela de hombres y mujeres en góndolas, esa chapa que
dice "Cristo te ama"...
Ese
patio en el que tantas veces correteé y que ya no me parece tan grande. Esa
cerca que, ya más entrada en la adolescencia, tantas veces me salté, generando
el colapso de mi madre y mi abuela, ya no salto cercas, ahora solo rompo
paradigmas, quiebro esquemas y vulnero uno que otro mandamiento.
En
esos días, al tiempo leía en tuiter, lo que estuvo de moda en el 2013: Que si
expansiones (denle, que yo también tuve que googlear), raparse uno o dos lados
de la cabeza, que si incrustarse joyas en los ojos, entre otras cosas que de
verdad no recuerdo (mi cerebro, también con los años, solo procesa y almacena
lo que le considera importante), y pensé que estuve muy lejos de "la
moda" el pasado 2013. Que si Lady Gaga y Christina Aguilera tomaron
champaña, que el transexual quedó embarazado, que Uganda mandó a cadena
perpetua a los homosexuales, que Charlie Shenn pasó nochebuena con una actriz
porno (bien por él), que luego se casó con esta...no, de que los medios
internacionales afirman que en Venezuela la inflación anda por encima del 50%,
de eso no voy a hablar, y de "Mi Prima Ciela"...que Dios le dé el
descanso eterno, a ella y los tantos primos cielos que a diario caen en nuestro
país.
Tantas
cosas. Vi muchos "globos del deseo", sí Reinaldo Dossantos lanzó al
menos media docena a ver si sus "profecías" finalmente se cumplen. Mi
tía Mireya lanzó dos, "uno de agradecimiento y el otro para los
deseos", el primero voló, el segundo por poco ocasiona un incendio. Ella
cree que los deseos se le quemaron. ¿Yo? Hice un excelente uso de mi palabra
para convencerla de que no.
Claro,
claro, hallacas, pan de jamón, pernil, el ponche de mi mamá, ensalada de
gallina, esa que todos sabemos que no es de gallina sino de pechuga de pollo,
las arvejitas piladas de mi mamá, ah y por supuesto no podía, y de verdad
excúsenme pero era que no podía, dejar de matarme el antojo de comerme una
imperialista "CBO" de esas de pollo crispi con cebolla grillada y
tocineta.
También
vi muchas cosas este primero de enero. El primero de enero y su silencio. El
primero de enero y sus borrachos. El primero de enero y su rimel chorreado. El
primero de enero y su pernil recalentado. El primero de enero y sus diarreas.
El primero de enero y sus tacones pelados. El primero de enero y sus mensajitos
rezagados. El primero de enero y su reflexionadera. El primero y su mezcla de
vallenatos (sin el cacique Diomedes) y ambulancias.
Hice
tantas cosas que me remontaron a mi infancia, aquella infancia de shores de
atletismo marca Adidas, de la yusma y la abuela, recorrí cada uno de los
rincones de esa casa de tres pisos, y hasta compré toallas sanitarias
detalladas, a cuatro bolívares cada una, en el Abasto "La
Miscelánea", de la señora Rosalba, negado a morir también, como su dueña.
En
el 2013 bailé (y nadie me quita lo bailao) pero más, vi cómo divinamente me
bailaban, chillé (sí, para mí llorar es una cosa muy simple, yo chillo),
reafirmé mi don providencial de la paciencia, estimulé mi retina, me
decepcionaron, me engañaron, me envidiaron (todavía), también me celaron, me
elevaron el ego, me alimenté muy bien, hice ejercicios, mantuve mi peso, definí
aún más los abdominales, no pude vencer mi obsesión por los relojes y zapatos
deportivos, tuve un sinfín de conductas patológicas (todavía), no fue posible
una reconciliación con los tacones, leí y vi excelentes películas con mejor
compañía, amanecí abrazada a una hermosa espalda, siguió sin importarme las
criticas de la gente sobre mi vida (todavía), continuó mi trasero llamando la
atención (esto es en estricto sentido figurado), supe quiénes sí y quiénes no, descubrí
quiénes eran mis verdaderos y genuinos amigos...de parranda, tuve la capacidad
de ver caretas en muchos mortales, me demostraron amor incondicional (todavía),
me perdonaron, perdoné (hay cosas que aún no, y realmente dificulto), he
conocido la terrible e irresistible pasión, y entre otras cosas, amé y fui
correspondida (todavía).
El
2013 sin dudas fue el cierre de un complejo ciclo, yo sé de lo que hablo, y
quizás tú también. Este 2014 seguiré al margen de la moda, y mucho pero mucho
antes del 2013 aprendí que hay ojos que no necesitan ninguna joya incrustada
para iluminarte la vida.
Tuve
algunas tristezas, como cuando me enteré que la foto esa que todos vimos del
turista tomándose una foto en la que es captado un avión de los atentados del
11 de septiembre era falsa, oh no, pero igualmente el "viejo año" me
dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca...y...bueno...¡También!
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