lunes, 3 de diciembre de 2012

Refugiados del Alto Apure cuentan como la violencia se ha apoderado de la zona



Miguel Cardoza
Twitter: @MiguelCardoza
San Fernando de Apure
 
El Distrito Alto Apure por estar ubicado en frontera con el vecino país Colombia y particularmente con el Departamento de Arauca se caracteriza por recibir a muchas personas de la nación neogranadina, algunos por decisión propia y otros miles desplazados por la violencia en el vecino país.
37 mil kilómetros cuadrados comparte la mencionada región con Arauca, donde desde hace 11 años trabaja la Comisión de las Naciones Unidas para los Refugiados y organizaciones como Cáritas. 4 mil 565 personas registró Acnur el año pasado como refugiados además de los solicitantes.
Equipo que integra el Servicio Jesuita de Refugiados en Guasdualito - Apure
Esta instancia, que está  cargo de Marcela Rodríguez, calcula que hay unas 180 mil personas que requieren protección internacional en todo el país. En 2012 hasta el 15 de noviembre se habían recibido 187 ciudadanos lo que significa un promedio de entre 5 y 7 familias por mes, según un material multimedia difundido por Últimas Noticias el cual fue complementado por testimonios de habitantes de El Amparo, quienes describieron la situación.
En la población de El Nula, municipio Páez, está una oficina del Servicio Jesuita de Refugiados, esta organización se encarga de evaluar la situación, brindar ayuda y/o asesoría a las víctimas de la violencia que no solo ha estado desbordada del otro lado de la frontera sino también del lado venezolano.
El SJR realiza un monitoreo y diagnóstico de la situación del refugio en la zona, desarrollan programas de sensibilización para las instituciones del Estado y la sociedad civil, hacen el seguimiento de los casos; acompañan familias en varias regiones del Alto Apure, todas solicitantes de refugio y efectúan planes para fortalecimiento de la sociedad civil y eclesial (juntas de vecinos y comunidades cristianas) para dar respuesta a la problemática humanitaria, explica el portal web de esta organización.
En la tarde de los miércoles funcionarios de Acnur realizan reuniones con los refugiados y personas de la tercera edad en la plaza Páez de Guasdualito. “Estas iniciativas son fundamentales para la reinserción social de los refugiados. El trauma psicológico que conlleva marcharse de la patria por motivos ajenos, como la guerra o persecuciones, es tan fuerte que la mayoría sufre de depresión”.

TESTIMONIOS
Basándonos en un reportaje del Periodista Albinson Linares, se sustenta con historias reales este crudo y triste drama. Jairo Rojas aún recuerda, 64 años después, cómo cambió su vida en el Valle del Cauca, Colombia. “Cuando lo mataron, (al candidato presidencial del Partido Liberal colombiano, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948), mi madre me cargaba en el vientre y tuvo que huir de la violencia. Vivimos hasta en una cueva para que no nos mataran. Estuvimos en diferentes pueblos y perdimos todos los bienes que teníamos”, expresó Rojas. Hoy día se encuentra refugiado en Guasdualito. Vive en una casita de madera construida por él mismo. Aparte de dedicarse a las labores del campo, es artesano.
“A mi hijo de 14 años, un niño, me lo asesinaron en Puerto Gaitán (Meta, con una motosierra. Era el mejor estudiante y les gritó que no debía nada. Los asesinos dijeron: 'Pero le tocó'. Lo agarraron por el pelo, le cayeron a patadas, le pisaron la nuca y le metieron 92 puñaladas. Yo estaba en una finca trabajando”, manifestó.
Otro testimonio es el de Ramón Perdomo, refugiado en El Amparo. Tienes 84 años y 74 desde que se desató la violencia en su pueblo natal, Manizales. “Recuerdo que estuvimos tres meses durmiendo en un túnel bajo la tierra que salió a una quebrada. Vivíamos de noche y nunca pudimos volver a nuestra casita (…) tuve que venderlo todo, me fui a Armenia, después a Pereira y luego me vine a Venezuela”.
Admite que la frontera tiene sus problemas por las denominadas zonas rojas. “Después de las siete de la noche no hay nadie en la calle y a los alborotadores los amedrentan. Es mejor no salir mucho a buscar lo que no se le ha perdido a uno”, dijo.
De igual manera María González, tiene 36 años. Contó que el 31 de agosto de este año le mataron a su esposo que era policía. Vive en Venezuela desde 2001. Comenta que desde hace cuatro años el panorama cambió. “Esto era una tranquilidad absoluta, nosotros como refugiados en la frontera vivíamos tranquilos y no teníamos miedo de ninguna clase. Pero hace cuatro años Guasdualito está igual que Colombia. Hay grupos armados. Uno siente miedo porque vuelve uno a vivir lo que pasó en mi pueblo, esa guerra donde nací. No queremos volver a vivir el drama de Colombia”.
Con tristeza al referirse a los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC expresa “los que hemos vivido esa guerra con grupos subversivos y paramilitares sabemos a conciencia que son grupos que no los puede acabar nadie”.

DATOS
-          El Servicio Jesuita de Refugiados registra cifras y casos en decenas de países. En Venezuela menciona las poblaciones de El Nula en Apure, San Cristóbal y Ureña en el estado Táchira.
-          2 mil 600 personas atendieron en el SJR durante 2011 en estas tres regiones, sumando también las de Cúcuta y Barrancabermeja de Colombia.

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