Miguel Cardoza
Twitter: @MiguelCardoza
San Fernando de Apure
El Distrito Alto Apure por estar ubicado en frontera con el
vecino país Colombia y particularmente con el Departamento de Arauca se
caracteriza por recibir a muchas personas de la nación neogranadina, algunos
por decisión propia y otros miles desplazados por la violencia en el vecino
país.
37 mil kilómetros cuadrados comparte la mencionada región
con Arauca, donde desde hace 11 años trabaja la Comisión de las Naciones Unidas para los Refugiados y
organizaciones como Cáritas. 4 mil 565 personas registró Acnur el año pasado
como refugiados además de los solicitantes.
Equipo que integra el Servicio Jesuita de Refugiados en Guasdualito - Apure |
Esta instancia, que está cargo de Marcela Rodríguez, calcula que hay
unas 180 mil personas que requieren protección internacional en todo el país.
En 2012 hasta el 15 de noviembre se habían recibido 187 ciudadanos lo que
significa un promedio de entre 5 y 7 familias por mes, según un material
multimedia difundido por Últimas Noticias el cual fue complementado por
testimonios de habitantes de El Amparo, quienes describieron la situación.
En la población de El Nula, municipio Páez, está
una oficina del Servicio Jesuita de Refugiados, esta organización se encarga de
evaluar la situación, brindar ayuda y/o asesoría a las víctimas de la violencia
que no solo ha estado desbordada del otro lado de la frontera sino también del
lado venezolano.
El SJR realiza un monitoreo y diagnóstico de la situación del refugio en
la zona, desarrollan programas de sensibilización para las instituciones del
Estado y la sociedad civil, hacen el seguimiento de los casos; acompañan
familias en varias regiones del Alto Apure, todas solicitantes de refugio y
efectúan planes para fortalecimiento de la sociedad civil y eclesial
(juntas de vecinos y comunidades cristianas) para dar respuesta a la
problemática humanitaria, explica el portal web de esta organización.
En la tarde de los
miércoles funcionarios de Acnur realizan reuniones con los refugiados y
personas de la tercera edad en la plaza Páez de Guasdualito. “Estas
iniciativas son fundamentales para la reinserción social de los refugiados. El trauma psicológico que conlleva marcharse
de la patria por motivos ajenos, como la guerra o persecuciones, es tan
fuerte que la mayoría sufre de depresión”.
TESTIMONIOS
Basándonos en un reportaje del Periodista Albinson
Linares, se sustenta con historias reales este crudo y triste drama. Jairo
Rojas aún recuerda, 64 años después, cómo cambió su vida en el Valle del Cauca,
Colombia. “Cuando lo mataron, (al candidato presidencial del Partido Liberal colombiano, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de
1948), mi madre me cargaba en el vientre y tuvo que huir de la violencia.
Vivimos hasta en una cueva para que no nos mataran. Estuvimos en diferentes
pueblos y perdimos todos los bienes que teníamos”, expresó Rojas. Hoy día se
encuentra refugiado en Guasdualito. Vive en una casita de madera construida por
él mismo. Aparte de dedicarse a las labores del campo, es artesano.
“A mi hijo de 14 años, un niño, me lo asesinaron en Puerto
Gaitán (Meta, con una motosierra.
Era el mejor estudiante y les gritó que no debía nada. Los asesinos dijeron:
'Pero le tocó'. Lo agarraron por el pelo, le cayeron a patadas, le pisaron la
nuca y le metieron 92 puñaladas. Yo estaba en una finca trabajando”, manifestó.
Otro testimonio es el de Ramón Perdomo, refugiado
en El Amparo. Tienes 84 años y 74 desde que se desató la violencia en su pueblo
natal, Manizales. “Recuerdo que estuvimos tres meses durmiendo en un
túnel bajo la tierra que salió a una quebrada. Vivíamos de noche y nunca
pudimos volver a nuestra casita (…) tuve
que venderlo todo, me fui a Armenia, después a Pereira y luego me vine a
Venezuela”.
Admite que la frontera tiene sus problemas por las denominadas
zonas rojas. “Después de las siete de la noche no hay nadie en la calle y a los
alborotadores los amedrentan. Es mejor no salir mucho a buscar lo que no se le
ha perdido a uno”, dijo.
De igual manera María González, tiene 36 años. Contó que el
31 de agosto de este año le mataron a su esposo que era policía. Vive en
Venezuela desde 2001. Comenta que desde hace cuatro años el panorama cambió.
“Esto era una tranquilidad absoluta, nosotros como refugiados en la frontera
vivíamos tranquilos y no teníamos miedo de ninguna clase. Pero hace cuatro años
Guasdualito está igual que Colombia. Hay grupos armados. Uno siente miedo
porque vuelve uno a vivir lo que pasó en mi pueblo, esa guerra donde nací. No
queremos volver a vivir el drama de Colombia”.
Con tristeza al referirse a los diálogos de paz entre el
gobierno colombiano y las FARC expresa “los que hemos vivido esa guerra con
grupos subversivos y paramilitares sabemos a conciencia que son grupos que no
los puede acabar nadie”.
DATOS
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El Servicio Jesuita de Refugiados registra cifras
y casos en decenas de países. En Venezuela menciona las poblaciones de El
Nula en Apure, San Cristóbal y Ureña en el estado Táchira.
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2 mil 600 personas atendieron en el SJR durante
2011 en estas tres regiones, sumando también las de Cúcuta y Barrancabermeja de
Colombia.
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