Cortesía
Hugo Boscán - El Impulso
Lara
Aproximadamente a las nueve de la noche del martes las pocas personas
que se encontraban en la finca La Lagunita, cercana al caserío La
Trinidad y a Anzoátegui, parroquia del mismo nombre del municipio Morán,
se protegían del frío en el interior de la casona donde residen, en
absoluta tranquilidad, como es natural en ese lugar.
De pronto escucharon un ruido extraño y determinaron se trataba de un avión que sobrevolaba a muy baja altura.
Preocupados, algunos salieron al patio y pudieron observar una potente
luz procedente de un pequeño aparato, la cual siguieron hasta perderse
en la oscuridad de la noche y la niebla.
Apenas transcurrieron unos segundos cuando escucharon una explosión en
la zona oeste de la casa y luego observaron un incendio que alcanzaba
parte de la vegetación.
Los primeros en llegar pudieron constatar se trataba de la avioneta que
habían visto pasar poco antes, de la cual, a pesar de la oscuridad,
concluyeron que no había quedado nada.
Posteriormente se transmitió la novedad al puesto policial de Anzoátegui
y antes de las once de la noche de lo ocurrido ya se tenían noticias en
Barquisimeto y hasta en Caracas.
Una comisión policial al mando del comisario Miguel Rojas llegó en las
primeras horas de la madrugada al lugar y constató se trataba de una
avioneta ligada al narcotráfico pues en los alrededores de sus restos se
encontraban numerosas panelas de un polvo blanco, evidentemernte
cocaína.
Cuando amaneció, el sitio estaba tomado por funcionarios de diferentes
organismos de seguridad, Policía de Lara, Guardia Nacional, Cicpc, Sebin
y la ONA.
Algunos militares trataban de impedir que los campesinos de la finca
aportaran alguna información a los representantes de los medios de
comunicación.
“No me dejan hablar con nadie y menos con ustedes”, dijo uno de ellos.
Pero otro, que dijo llamarse Reiner Rodríguez, refirió que la aeronave
pasó fallando sobre la casa y se apagó y, aparentemente el piloto trató
de prenderla de nuevo y fue cuando se produjo la explosión.
“Cuando yo llegué al sitio sólo vi una mano y algo parecido al pelo de una persona, pero todo estaba quemado”, expresó.
A las once de la mañana, el coronel Maldonado Dupuy subió de la hondonada y habló con los periodistas.
“No puedo hablar mucho”, expresó de antemano, para luego informar del hallazgo de tres manos y parte de una cabellera.
Indicó que, de acuerdo a un pasaporte quemado que estaba en el lugar,
uno era de nacionalidad mexicana y con respecto a la avioneta, blanca
con rayas verdes, sólo se había precisado que su matrícula comenzaba con
las letras YV pues de ella sólo quedaron pequeños pedazos.
Hasta ese momento sólo habían contabilizado 116 panelas, algunas con logotipo con animales, entre ellos un perro.
Información oficial
Cerca de las tres de la tarde, el general de Brigada Edilberto Molina
Molina, subdirector de la ONA, quien había llegado procedente de
Caracas, declaró a los periodistas, pero sin permitir acercarse a los
restos de la avioneta con el argumento de que había que proteger las
evidencias.
Informó que desde el martes en la noche, a las ocho, se detectó un BDI
(Blanco de Interés), es decir, una nave extraña que ingresó al país por
el estado Amazonas, pero se perdió su traza en la zona de Chaparralito,
Apure.
Posteriormente se volvió a detectar en dirección al norte, presumiéndose
se dirigía a Centroamérica, sin escalas, y para ello llevaba varios
bidones con combustible, cuyos restos se encontraron este miércoles
esparcidos en la ladera de la montaña.
Dijo que, de acuerdo a las primeras hipótesis, cargaba unos 230 kilos de
estupefacientes y el accidente se produjo al caer a baja altura para
evitar los radares.
Confirmó que la ocupaban dos personas cuya identificación dijo no
poseer, la cual se buscaría establecer mediante experticias científicas.
Pero EL IMPULSO logró conocer que el mexicano y piloto era Edgar
Francisco Espinoza López, de 33 años, y Ruty Mary Alfonzo Zapata,
venezolana, de 21.
Se espera que hoy la ONA o GN convoque a rueda de prensa para ofrecer mayores informaciones sobre el suceso.
Restricciones a los periodistas
Los representantes de los medios de comunicación que acudieron desde
temprano a la finca La Lagunita se vieron imposibilitados de realizar a
plenitud su trabajo debido a la actitud de los efectivos militares,
quienes no permitieron siquiera acercarse al lugar donde se estrelló la
aeronave.
Desde amenazas de incautarles sus cámaras o tarjetas, hasta de
detenciones, debieron enfrentar reporteros gráficos y camarógrafos
mientras eran mantenidos alejados de todo sitio desde donde, al menos a
distancia, pudieran lograr imágenes de lo que había quedado del aparato
siniestrado.
Incluso, se dio el caso de que el director de Seguridad y Orden Público
de la gobernación de Lara, coronel José Enrique Alberto Maldonado Dupuy,
sólo pudo ofrecer algunas declaraciones retirándose del sitio donde se
encontraba el cordón militar.
A varios de los campesinos que llegaron a la finca se les escuchó
preguntarse las razones de tanto misterio y restricción a los
periodistas.
¿Será que están escondiendo algo?, dijo uno de ellos.
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