(Marlani Sánchez. @marlanisanchez)
"María
Casquitos", dijo el cronista entrevistado. Juro que jamás había escuchado
ese nombre. Sí, parecía nombre de prostituta. Y lo era. "María
Casquitos"...repetí yo con cara de que sabía pero tratando de descifrar
esa sonrisita en aquella cara, a mi cerebro no le costó mucho (él es muy bueno
realmente, mi cerebro), solo había que recordar el tema que se estaba abordando
y "casquitos", era obvio; de casco. Recuerdo que estaba de pauta en
la Plaza Bolívar de San Fernando, fue creo en marzo de este año, nos
encontrábamos un comunicador, un concejal y yo. En eso llega una señora a
saludar al concejal, estaba acompañada de un joven, si era guapo, blanco, de
cabello castaño y ojos claros, buen tamaño, pero la actitud no lo ayudaba
mucho, aún lo avasallaba la "suteadera". Cuando estos se fueron, mi
estimado concejal dijo, palabras más, palabras menos: ¡Ese muchacho chico!
¡Muchacho gafo! ¡Hay que buscarle una burra! Dije que el episodio fue este año
¿verdad? Rieron. Yo me quedé pensando, en silencio, para no dar cabida a
comentarios de los cuales tuviera que zafarme exigiendo respeto. ¿Una burra?
Sí, claro que había oído, desde que llegué a estas pampas hace ya muchos años
he oído del asunto, pero jamás de "María Casquitos" ¿Existirá más
genuino preciosismo que ese? ¿Podrá igualársele siquiera algún otro eufemismo?.
De verdad que hasta fino el nombre, ajá, como de prostituta, pero fino, o sea,
de que tiene estilo lo tiene, al menos el nombre. Entendí que no se trataba de
una, sino que así las llamaban a todas, ellos siempre generalizando. Pero hay
más. En el material del cronista que se atrevió a darme una entrevista del
tema, se lee: "María Casquitos, la primera amante". Ni de broma
"María Casquitos, el primer amor". No. ¡Amante! ¡Y la primera!
Machismo, y del más rancio.
El
viernes pasado, estaba yo haciendo ejercicios y me llamó Oscar Adolfo Alvarado,
diputado del Legislativo y miembro directivo de la Sociedad Bolivariana de
Biruaca, para reclamarme que "¡cómo se me había ocurrido omitir a
"María Casquitos" en la columna anterior!". ¡Él también sabía de
la susodicha!.
El
día del episodio de la Plaza Bolívar dije que escribiría de ese asunto, y fue
precisamente en la Plaza Bolívar que hice la entrevista, el entrevistado me dio
unos datos interesantísimos. Debo decir que el asunto está documentado y que
existen hasta publicaciones de los "amores burréricos". No sé por qué
ahora mismo me viene a la cabeza la canción de Un Solo Pueblo: "Préstame
tu burra pá ir pá choroní...si tu burra es buena yo vuelvo a venir...".
¡Claro! ¡Que inocencia la mía! Jamás podré oír esa canción con los mismos oídos
incautos. Tuve que tragar grueso y disimular cuando aquel señor tan culto, tan
educado, me confesó, con esa voz pausada, que él también había estado con
"María Casquitos". Claro, él primero habló que si de "la
sociedad eminentemente rural" la "poca densidad poblacional",
del "nomadismo", de "ningún control de natalidad", del
"éxodo rural", de la "sociedad eminentemente machista", que
si de "las costumbres sexuales de las sociedades pastoriles" y hasta
de "zoofilia", ¡Pero estuvo con "María Casquitos"!: "Yo
recuerdo de muchacho...yo soy de El Yagual...y también pasé por esa
experiencia...entonces a uno le echaban broma porque la primera novia que tenía
era María Casquitos, María Casquitos era como les decían a las burras".
Tuve que hacer control mental para no imaginarme la escena, creo que aún estoy
haciéndolo. Me explicó, con aquella parsimonia, en esa banca de la Plaza
bolívar; al frente la Catedral, al lado el templo Masón y diagonal la Iglesia
Adventista evangélica, que en Apure la iniciación sexual era con un animal.
-¿Pero una burra?, pregunté. "En cierto modo era hasta normal porque era
el animal con el que se estaba en más contacto, generalmente en el campo el
medio de transporte es la burra, los burros, me refiero en este caso, puede ser
macho o puede ser hembra", respondió riéndose, por lo que repregunté:
-¿Por qué la burra, o sea, por qué específicamente una burra? (una de las
preguntas más locas que he hecho en mi vida). La respuesta fue épica:
"...es más dócil, es decir, con el trato con el animal se hace más
familiar, diría, y además la altura del animal (aquí vuelve a reírse, esta vez
más desinhibido) permite que se hagan esas cosas". La estatura pues. Me
dijo que existen casos con yeguas y becerras. Del burro, aunque le pregunté,
creo que no quiso hablar, y remató con "generalmente la gente ha preferido
son las burras". Y más detalles todavía: Habló de "una técnica",
sí, una caricia es un asunto muy diferente, de acuerdo profesor. "La
técnica" consistía en "sobar" (me niego a escribir acariciar)
con un palo de escoba o una botella la parte posterior del lomo de "María
Casquitos" "para que esta se moviera". "...entonces con el
palo este que te estoy diciendo yo, el garrote hacía que la burra se moviera y
entonces había otro tipo de sensación pues", explicó. Aquí creo que debo
detenerme. Estoy escuchando la entrevista al tiempo que tecleo, pero siento que
estoy parada en esa muy delgada línea, y hay cosas que oigo, que causaron
incluso risa entre entrevistado y entrevistadora, según atestigua la grabadora,
pero que no, no, mejor no.
Cuenta,
que el respeto que existía para la época hacía muy escasos los contactos entre
hombres y mujeres, pero María Casquitos era diferente, irreverente, como La
Vikina, altanera, pretenciosa, a ella poco le importaba si la respetaban o no,
quizás le daba igual, quizás hasta le gustaba el irrespeto, quizás ni cuenta se
daba, ella era así, quien sabe, eso no lo pregunté; pá llá no llegué. Además,
señala que esta iniciación sexual era tomada como un antídoto contra la
homosexualidad (oye uno unas cosas), refirió que según "cesarito"
Ramos en San Fernando existió el señor Guzmán, con residencia en el barrio
Perro Seco, que alquilaba una "María Casquitos" que tenía en el patio
de su casa por 1 bolívar a los caballeros que la solicitaban por "un
ratico". Además contó que en la población de Guachara en un fundo llamado
"El Motero" vivía un señor al que le decían "Borbonio"
"y él prefería tener una burra que una mujer" (eso va textual y con
comillas porque ¡yo soy incapaz de escribir esa vaina! ¡Que clase de
discriminación! Déjenlo quieto, chicas, déjenlo quieto, ya va) "Borbonio"
celaba a su consorte y no dejaba que se la tocaran, probablemente se enamoró...
Aclaró que "María Casquitos" no estaba vigente solo en la época de
María Castaña: "Te voy a decir algo con respecto a estas actividades, yo
pienso que eso no está tan lejos en el tiempo, incluso puede estar hasta
presente hoy día en la gente que vive en el campo, eso no vayas a creer que
sucedió en la época de la independencia o en la época de Gómez, eso es
reciente, o permanente, ha permanecido en el tiempo". Y concluye: Hay muchos
"personeros de nuestra política regional que también han tenido esa
experiencia". Nombres omitidos. Profesor, creo que hemos dejado la delgada
línea al menos tres pasos atrás. No, la pregunta de las patadas se me ocurrió
cuando ya estaba procesando la entrevista. No, cero besos. La de los gemidos o
¿debo decir rebuznos? solo la pensé, aunque, tomando en cuenta los muy
conocidos y mentados dotes viriles de su pareja afín, de su macho pues,
seguramente más gimieron ellos que "María Casquitos"...
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